Decidle que siempre hay gente despierta que sueña y trabaja
por un mundo mejor.
Decidle que la utopía
no se apagó en la tierra y da luz a millones de proyectos y miradas.
Decidle que los
viejos sonríen al saber, por fin, que todo lo grande y bello fue un regalo.
Decidle a Juan que
las madres alumbran hijos y los llenan de cuidados, hasta el día que se van.
Decidle que no faltan los que hacen del amor una vocación
por los despreciados y olvidados.
Decidle, que en medio de egoísmos y odios, florece siempre
un paraíso de gestos y entregas, caricias que sanan, palabras que salvan,
miradas que levantan, cercanías que sosiegan, presencias calladas que escuchan,
acogen y aman.
Decidle a Juan que el Reino de Dios, sigue aquí, entre
nosotros, en el corazón de la vida, en la vida de la buena gente.