sábado, 30 de mayo de 2015

Elevación

Oh mi Dios, trinidad que adoro, ayúdame a desentenderme por entero de mi mismo, para instalarme en Tí, inmóvil y pacífico, como si mi alma residiera ya en la eternidad. Que nada pueda perturbar mi paz, ni desligarme de Tí, oh mi inmutable, y que, a cada minuto me abisme más profundamente en tu Misterio.
Pacifíca mi alma. Haz de ella tu morada anhelada y el lugar permanente de tu descanso. Que yo jamás te abandone, sino que quede enteramente inmerso en mi fe, en actitud de adoración, y entregado por completo a tu acción creadora.

Oh Cristo amado, crucificado por amor, cuánto desearía cubrirte de gloria; cómo desearía amarte hasta morir. Pero siento mi impotencia;por eso te ruego: revísteme de Tí mismo, identifica mi alma con todos los movimientos de tu corazón. Sumérgete en mí. Compenétrame y envuélveme. Toma mi lugar, a fin de que mi vida sea una irradiación de la tuya. Instálate en mí como Adorador, como Reparador, como Salvador.

Oh Verbo, oh Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero ser enteramente dócil, para aprender todo de Tí. Y después, a través de todos los vacíos, de todas las noches, de todas las impotencias, quiero tener los ojos fijos en Tí, y quedar bajo tu gran Luz. Oh mi astro querido, fascíname, afin de que yo no pueda salir del círculo de tus rayos.

Oh fuego devorador, Espíritu de Amor, ven a mí para que en mí se opere como una nueva encarnación del Verbo. Que yo sea para Él, una nueva humanidad en la que Él renueve su Misterio.

Y Tú, oh Padre, inclínate sobre esta pobre criatura, cúbrela con tu presencia; contempla en ella tan sólo a tu Bienamado Hijo, en quien pusiste todas tus complacencias.

Oh mi "Tres", mi Todo, mi Beatitud, Soledad infinita, Inmensidad en la que me pierdo;me entrego a Tí por entero; sepúltate en mí para que yo me sepulte en Tí, en la esperanza de llegar a contemplar en tu luz, el abismo de tu grandeza. Amén.



(Beata Isabel de la Trinidad)

jueves, 28 de mayo de 2015

Preces por los sacerdotes en el día de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote


A nuestro Santo Padre
     Envuélvelo en tu gracia, Señor.
A los Cardenales y Obispos
     Envíales tu luz, Señor.
A los Sacerdotes Párrocos
     Dales corazón de pastor, Señor.
A los Sacerdotes Vicarios
     Guíalos, Señor.
A los Sacerdotes Misioneros
     Protégelos, Señor.
A los Sacerdotes Predicadores
     Ilumínalos, Señor.
A los Sacerdotes Directores de almas
     Instrúyelos, Señor.
A los Sacerdotes Religiosos
     Hazlos perfectos, Señor.
A los Sacerdotes de Seminarios
     Dales tu ciencia, Señor.
A los Sacerdotes en peligro
     Líbralos, Señor.
A los Sacerdotes tentados
     Dales el triunfo, Señor.
A los Sacerdotes en pecado
     Dales tu gracia, Señor.
A los Sacerdotes celosos
     Ayúdalos, Señor.
A los Sacerdotes pobres
     Socórrelos, Señor.
A los Sacerdotes débiles
     Fortalécelos, Señor.
A los Sacerdotes turbados
     Dales la paz, Señor.
A los Sacerdotes en soledad
     Acompáñalos, Señor.
A los Sacerdotes atados a las cosas de la tierra
     Rompe sus cadenas, Señor.
A los Sacerdotes enfermos
     Sánalos, Señor.
A los Sacerdotes ancianos
     Sostenlos, Señor.
A los Sacerdotes difuntos
     Dales la gloria, Señor.
De toda la Iglesia militante y purgante
     Apiádate, Señor.

domingo, 24 de mayo de 2015

Sólo en tu corazón está mi esperanza....

Señor Jesús,
Salvador misericordioso y compasivo.
Luz venida a nuestras tinieblas.
Samaritano inclinado sobre nuestras heridas.
Tú que dices a la viuda de Naím: "No llores más".
Tú que, lleno de bondad, esperas al hijo pródigo.
Corazón sin rencor que acoges a Pedro el renegado
y a Pablo el perseguidor inconsciente.

Amigo de los hombres.
Tú que te enfadas cuando se desprecia a los pequeños.
Tú que maldices a quienes los oprimen.
Tú que intercedes ante el Padre por tus verdugos
y prometes el paraíso a ladrón arrepentido.

Tú que devuelves la vista al ciego Bartimeo
cuyos gritos suplicantes querían silenciar.
Corazón compasivo con toda miseria.
Tú que no descartas a nadie
y que tocas las llagas de los leprosos,
la lengua de los mudos y los oídos de los sordos.

Bondad infinita que excluye toda maldad.
Corazón inaccesible al egoísmo,
que olvidas las injurias y siempre estás disponible.
Ternura y delicadeza de todos los que aman,
amistad segura y constante.
Tú que lloras sobre tu amigo Lázaro,
y sobre Jerusalén que se siente abandonada.

Pon en mí tu amor, tu bondad, tu dulzura,
hazme compartir tus alegrías y tus deseos...
Hazte presente en mi corazón, en mis labios y en mi mirada.
¡Escucha mi oración, Señor Jesús, luz de mis ojos!
Hazme tal como tú quieres que sea.
Sólo en tu corazón está mi esperanza.

(Oración de la Edad Media)

jueves, 21 de mayo de 2015

Adora y Confía

No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío. 

Quiere lo que Dios quiere.

Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.

Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado, a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.

Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.

Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz.

Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica, ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.

Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.

Recuerda: cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.

Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste,
adora y confía....

(Pierre Teilhard de Chardin S.J.)